Protección antilluvia: ¿nuevas necesidades, nuevas soluciones?

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Ahora ya sabemos que, para cultivar cualquier tipo de cultivo arbóreo es indispensable trabajar en un entorno protegido y, por consiguiente, en el caso de los frutales, una estructura de soporte con cobertura es obligatoria.

Como es sabido, las coberturas están constituidas por mallas o lonas de distintos colores, tejidas con diferentes técnicas, con permeabilidades diferentes dependiendo de los resultados buscados.

Una de las problemáticas más comunes es, sin duda, la protección contra la lluvia; este fenómeno, claramente positivo, con algunos cultivos, puede, por el contrario, ocasionar daños irreparables. Obviamente, estoy hablando del problema del cracking de las cerezas y del problema de la bacteriosis del kiwi, más conocida como PSA.

Ambos cultivos comparten este “enemigo” que es la lluvia, pero los enfoques, para la defensa activa con las coberturas de protección, son diferentes.

Vamos a analizar mejor el tema.

Cerezo

En este caso, la protección contra el agua sirve durante el periodo de envero, cuando la fruta, si entra en contacto con la lluvia, se hincha y se quiebra y resulta inservible.

Por consiguiente, la protección se concentra en un periodo relativamente breve (30-40 días máx.) y, después de la cosecha, la cobertura se puede cerrar tranquilamente.

Kiwi

En este caso, la planta puede ser infectada por la bacteria Pseudomonas syringae pv. Actinidiae que, presente en el aire, puede entrar en contacto con la planta hasta llegar a su interior mediante “puertas de entrada”, que suelen ser el nacimiento de las hojas y la fruta, las flores y las lesiones de la corteza causadas por el granizo.

En todos estos casos, el vehículo principal, usado por la bacteria para llegar al corazón de la planta, es el agua.

Estas situaciones se presentan en etapas diferentes del ciclo anual de vida de la planta, por lo que es fundamental que la cobertura antilluvia permanezca siempre abierta para garantizar una protección adecuada.

Analizando las problemáticas descritas, vemos cómo los dos cultivos necesitan protección durante periodos temporalmente diversos y, por consiguiente, el sistema de cobertura que deberemos diseñar deberá ser funcional para dichas diversas exigencias.

En el primer caso se requiere la protección durante un breve periodo, que abarca de abril/mayo a junio/julio, con un sistema rápido de fijación y desenganche de la lona/malla impermeable para una gestión rápida y eficaz de la cobertura.

En cambio, en el segundo caso se ha de tener en cuenta que la cobertura se mantendrá abierta durante todo el año y, por consiguiente, habrá que razonar en cuanto a las cargas a las que estará expuesta toda la estructura; el viento, el granizo y la lluvia son los fenómenos principales que contrastar, pero habrá que sensibilizar al cliente también sobre un posible riesgo de “nieve” que, desgraciadamente, no se contempla en el dimensionamiento de las estructuras, porque aumentaría los costes de compra e instalación en un modo desmedido.

Dejando de lado estas consideraciones, vamos a pasar a los materiales con los que se realizan los varios sistemas de cobertura.

En los últimos tiempos, algo se está cociendo, precisamente, en este ámbito, con las mallas antilluvia, que pretenden sustituir las películas plásticas tradicionales impermeables, utilizadas para proteger la producción de cerezas y kiwis.

Estos materiales están constituidos por un hilo tejido en mallas tupidas, con la doble función de no dejar pasar el agua y, al mismo tiempo, ofrecer poca resistencia al viento, para no perjudicar mucho la estructura y permitir una mejor ventilación de la planta.

Numerosos clientes piden información sobre esto, viendo en este nuevo tipo de material una solución diversa y más eficaz respecto de la cobertura con la clásica película transparente, sobre todo, hablando en términos de simplificación del sistema derivada de las menores exigencias de resistencia mecánica.

Sin embargo, las primeras experiencias demuestran que las mallas antilluvia no garantizan la impermeabilidad, sino que dejan entrar el agua bajo la forma de microgotas, similares a una niebla. Este fenómeno, que el cerezo parece tolerar, lo es mucho menos por parte del kiwi (la variedad roja, en particular), que puede ser infectado igualmente por la bacteria de la PSA.

Por lo que claramente, esto plantea una gran pregunta sobre la oportunidad de utilizar dicho material como protección en los sistemas para kiwis apreciados.

Continuando con el análisis, hemos de tomar en consideración la presunta ventaja citada antes de la permeabilidad de la malla en relación con el factor del viento.

También en este caso, las evidencias en el campo muestran que la ventaja es más ideal que real.

La malla muy tupida (en general, hablamos de un 10% de permeabilidad), de hecho, si, por una parte, no impide como hemos dicho el paso de las microgotas, por otra, sin embargo, hace que sea prácticamente impermeable al viento, anulando la posibilidad de dejarlo pasar y planteando, por consiguiente, otro gran interrogativo en cuanto a los esfuerzos que experimentará la estructura.

Por lo tanto, lo que tenemos que preguntarnos es:

  • ¿A qué esfuerzos ha de resistir nuestro sistema?
  • ¿Qué dimensiones debe tener para funcionar eficazmente en condiciones de seguridad?
  • ¿Se tomarán como referencia los parámetros típicos de las coberturas antigranizo (mayor distancia entre los postes, sección de los postes inferiores, sin anclajes internos, sin bloqueos de los capuchones en los postes), o los más estrictos de las estructuras antilluvia (distancia inferior entre los postes, sección mayor de los postes, anclajes internos obligatorios, bloqueo de los capuchones en los postes, distancia mayor de los anclajes de los postes perimetrales, etc.)?
  • ¿Cómo he de fijar la malla antilluvia en la estructura?

Unas preguntas que siguen sin respuesta porque nadie nos indica como este material DEBE utilizarse.

Por consiguiente, sin perjuicio del interés por un nuevo producto, que se presenta con características innovadoras importantes, hemos de recordarnos de considerar siempre todas las variables que afectan a la elección correcta del sistema de cobertura.

También los costes son una variable importante y, si hemos de invertir más dinero para realizar una estructura con la cobertura innovadora, estos costes mayores deberán tener una justificación real y una ventaja eficaz derivadas de dicha elección.

Por otra parte, simplificar la estructura para reducir los costes con la justificación de que la malla antilluvia es eficaz como la lona tradicional y más resistente significa mentir sin pudor y a sabiendas.

Las elecciones se han de efectuar junto a personas competentes, recurriendo a empresas serias, que te acompañen en la evaluación correcta de una inversión costosa, que ha de satisfacerte en cuanto a eficacia y duración en el tiempo.

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